Este Cuaderno ha muerto. Ya no soporto más el sufrimiento de entrar en él y ver como aparece ese máldito pop-up que no he sido capaz de extirpar. El día de hoy estoy anunciando minutos de celular para llamadas internacionales, si al menos el dinero fuera para mí. ¡Qué tristeza! Pero la verdad es que no lo he matado del todo. En realidad lo que hice fue trastearlo a un lugar limpio, bonito, cálido. De ahora en adelante El cuaderno de Samuel viven en Wordpress. Para visitarlo den clic aquí. Adiós, mi viejo cuaderno.
Decir no decir no atarme al mástil pero deseando que el viento lo voltee que la sirena suba y con los dientes corte las cuerdas y me arrastre al fondo diciendo no no no pero siguiéndola.
Ya lo había dicho en alguna entrada de este blog: soy 100% Vargasllosista (siempre y cuando estemos hablando de literatura). No solo porque la estructura de sus novelas son hermosas obras arquitectónicas hechas con palabras; sino porque es uno de los escritores más generoso a la hora de trasmitir, de exponer la carpintería del oficio, de mostrar el revés del tejido. Así como en sus obras de ficción se esmera por una construir estructuras sin fallos, en sus ensayos, disecciona con gran habilidad literaria cada una de las tripas de los escritos de sus narradores favoritos: Victor Hugo, Flaubert, Gabriel García Márquez, Onetti, etc., y este ejercicio ilunmina la lectura o relectura que uno puede hacer de estos autores. He leído varios libros de creación literaria, pero tal vez el que llevo siempre en mi memoria y en mis afectos es Cartas a un joven novelista de Mario Vargas Llosa. Este pequeño manual ha sido imprescindible en mi proceso de aprendiz de escritor. Si usted tiene pretensiones de autor tiene que ver este video; si simplemente disfruta, consume buena literatura, tomese media hora para que escuche esta deliciosa charla de este generoso y gran maestro.