Sí, es necesario decirlo sin ambages. Desde hace rato lo sabemos, yo y millones de colombianos. Pero para estos casos el "Estado de opinión" no aplica.
Siempre he insistido que nuestro sistema de salud es como un monstruo de Frankestein, un modelo hecho con retazos de otros y que cada vez que falla se le pega un parche nuevo. Los quince decretos amparados en la "Emergencia social" declarada por el Gobierno le dan una imagen de monstruo renovado, de reciclaje completo, pero es mentira y lo grave es que está emputado y decidido a arrasar con la vida de miles de colombianos. Así lo quiere y, seguramente, así será.
Si le interesa o les preocupa el tema puede darle una mirada al pronunciamiento que hizo la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia (mi casa), o a esta columna de Daniel Coronell.
Si le da pánico verle las entrañas al engendro, ría y llore con esta columna de Tola y Maruja publicada el fin de semana pasado en El Espectador, mientras esperamos con paciente desespero que algún día la salud en Colombia sea asumida como un derecho fundamental y no como un elemento más de mercado.
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Oites Tola, muy galleta tu idea de que nos vamos pa Medellín a estudiar el bachillerato en la noturna.— Pues claro… Matamos dos pájaros de un tiro: hacemos el bachiller y Uribe nos paga cien mil pesos mensuales como informantas.
— Matamos tres pájaros, porque el profesor que nos coja cargadilla lo sapiamos.
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— Es que nos toca rebuscar la platica mi estimada Maruja porque ahora con los nuevos decretos del Plan Obligatorio de Salú, el famoso POS, los pobres quedamos como Pirulo.
— Contame bien Tola cómo es la cosa.
— Ay, mijita… Téngase fino porque ya los enfermos vamos a tener que pagar lo que no incluya el POS, o sea todo lo distinto de Loratadina… Yo por lo menos ya me dispierto por la mañana, le doy gracias a Dios por tenerme aliviada y le rezo: Señor, si por pecadora me vas a mandar cualesquier enfermedá, que por favor esté incluida en el POS.
— Ay, Tola… ¿Qué vamos a hacer? ¿Y qué pasa si uno necesita una cirugía y no tiene con qué pagar?
— Menos mal el decreto permite que si un paciente no tiene plata, puede pagarle a la clínica en especie: plasma, un órgano… o servir de material didático pa los estudiantes de medecina.
— ¿Y entonces qué quedó cubriendo el bendito POS?
— Uñeros, ronchas, orzuelos, verrugas, fuegos, vientos encajaos, hipos, nacidos recién nacidos y enconos que no superen el tamaño de una moneda de cincuenta pesos… Ah, y virus nacionales.
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— ¿Y los embarazos?
— Los consideran pre-esistencia… Pero tiene otra cosa buena el tal decreto: un convenio con el supermercado Ésito… Entonces por ejemplo vos llegás a urgencias con una herida y te cogen 15 puntos, esos puntos los pagás con tus puntos Ésito.
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— ¿Y el Gobierno cómo sabe si uno tiene capacidá de pago?
— Muy sencillo: en el quirónfano, aparte del cirujano y el anastesista, habrá un delegado de la DIAN y otro de pensiones y cesantías… Pero si tu capacidá de pago es lamentable entonces llaman un cura.
— Ah, bueno, por lo menos los santos óleos sí los cubre el POS.
— Depende… Si pertenecés al Sisbén no te ponen óleos sino vinilos. Y si te morís, la anchura del túnel de la muerte también depende de si sos del régimen contributivo o susidiao.
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— ¿Y qué pasa si uno se les muere sin pagar?
— Las EPS van a tener espiritistas en sus departamentos de Cartera, de modo que te invocarán con güija pa renegociar la deuda y si no, te pasan a cobro jurídico y te embargan las cenizas.
— Qué ironía: el Gobierno nos quita la salú y más sin embargo se opone a la eutanasia.
— Lo más preocupante de esta reforma es que los médicos que receten cosas distintas a cetaminofén los van a sancionar: los trasladan pa Venezuela.
Publicado en El Espectador el 30 de enero de 2010.