Unos encarnan a Dios en un gato y profesan el gateísmo. Otros creen que cada gato es un Dios y son gatólatras. Unos y otros ven un lado de la misma moneda. Todos ignoran que Dios duerme la siesta desde toda la eternidad y que los gatos de esta tierra son dioses mientras duermen.
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Se necesita maña y constancia para que un gato se deje acariciar. A veces condesciende solamente porque los gatos son buenos amos.
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Estados de la materia.
Los estados de la materia son cuatro: Líquido, sólido, gaseoso y gato. El gato es un estado especial de la materia, si bien caben las dudas: ¿es materia esta voluptuosa contorsión? ¿no viene del cielo esta manera de dormir? Y este silencio, ¿acaso no procede de un lugar sin tiempo? Cuando el espíritu del gato juega a ser materia entonces se convierte en gato.
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Para los gatos Dios hizo a los hombres, mal llamados amos, hizo también a los otros gatos, en un momento de euforia los creó, bendito sea, y para placer y tortura de los gatos inventó Dios el olor a pescado, el instante sublime en que abren en la casa una lata de atún. Para los gatos Dios hizo el pescado y el olor a pescado, para los gatos la noche, para ellos la pereza, para los gatos hizo Dios todo.
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La luna dora los techos. Inesperadas, aparecen las sombras de los gatos. Son tan sigilosos que son solamente sus sombras. Ellos ven todo sin ser vistos y todo debe estar quieto mientras se mueven para que ellos puedan sentirse inmoviles, los gatos, sus sombras.
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Sabiduría del gato: hacer pereza todo el día sin llegar nunca al tedio.
Materialización de gato: cuando el gato se convierte en materia, saca las uñas.
Astucia del gato: fingir que es un animal doméstico.
Silencio del gato: los gatos guardan todos los secretos de la noche.
Misterios del gato: todo en el gato es misterioso.
Tomado de: Gatos de Darío Jaramillo Agudelo. Editorial Pre-Textos. México DF, 2005.
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