lunes, 20 de abril de 2009

Azul petróleo


Aunque el turno terminó a las diez de la noche, salió minutos antes de las doce, después de cuarenta y ocho horas seguidas de labor. El cotidiano afán de regresar a su hogar desapareció dos semanas atrás, luego del funeral.
Subió al carro y tomó la autopista. Mientras contaba las líneas blancas e intermitentes que dividían en dos la carretera, veía como el azul petróleo de la noche se confundía con el negro del asfalto en el horizonte.
Al escuchar el grito de la bocina, desapareció la risa de Laura, la menor; abrió los ojos y encontró el interior del auto bañado en una luz de mediodía. Un segundo antes de atravesar el panorámico con su cráneo, recordó que no había ajustado su cinturón de seguridad y vio, en el centro del espejo retrovisor, un lunar dorado y resplandeciente señalando el poste que se hundiría en su Renault diecinueve, modelo noventa y siete, color azul petróleo... como la noche.

6 comentarios:

Esteban Dublín dijo...

Lo puede señalar, pero ya para qué.

Con tu permiso, voy a enlazarte al blog.

Pulgamamá dijo...

Guao, me dio escalofríos.
Abrazos

Johan Bush Walls dijo...

Buen relato, se siente la tensión.

Salú pue.

Samuel Andrés Arias dijo...

ESTEBAN: ¡Qué vaina! Hubiera podido ser candidato para el concurso. Bueno, le tocará a otro.
CARLA Y JOHAN: gracias por los comentarios.

Anónimo dijo...

Muy bueno, sin tu permiso lo voy a presentar a mis estudiantes.

Samuel Andrés Arias dijo...

Anónimo: bien pueda. ¿Pero quien eres?