miércoles, 31 de marzo de 2010

El almuerzo


Los zapatos cubiertos de barro se deslizan sobre la trocha durante el ascenso. Ligia, la pequeña mujer que los calza tiene algo más de cincuenta años. En su rostro casi no hay arrugas y sus ojos azules resaltan sobre la brillante piel blanca, pero el largo cabello entrecano y su frecuente expresión dolorosa la muestran mucho mayor. Su vestido negro, que estrenó hace tres años, en la última Semana Santa que pasó en el pueblo y que le quedaba ajustado, hoy está empapado y cuelga de sus huesos.

Se sigue resbalando, los tenis azules de tela se hunden en el lodo y con ellos las piernas ocres hinchadas por las dolorosas várices.

Con las manos empuñadas y pegadas sobre el pecho sostiene una bolsa negra y varias monedas que sobraron de la compra que hizo en la verdulería que queda junto al paradero de los buses. Arriba, en el horizonte deformado por la lluvia, se ve, junto a otros similares, el pequeño rancho: las tablas grises, amontonadas y húmedas que apilaron cuando llegaron a la ciudad. A la entrada, debajo de una teja oxidada de zinc que sobresale del techo a manera de alero, junto a la puerta abierta de maderas podridas, está el viejo sentado en una butaca, con la espalda curva y la mirada extinta puesta en el vacío.

Ligia se acerca despacio y le acaricia la oreja derecha con la mano mojada. El viejo no responde.


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viernes, 26 de marzo de 2010

A juicio: Goodbye, Columbus, de Philip Roth


La evidencia

LAVABOS Y FREGADEROS PATIMKIN
Todos los tamaños - Todos los modelos

Querida Brenda:
No hagas caso de la carta de tu madre cuando la recibas. Te quiero mucho, mi niña, y si te apetece comprarte un abrigo, yo te lo compro. Nunca te negaré nada. Tenemos plena confianza en ti, así que no te molestes por lo que te dice tu madre en su carta. Claro, se ha puesto histérica de la impresión, con lo que había trabajado por la Hadassah. Siendo mujer, le cuesta trabajo entender las cosas que pasan en la Vida. Claro, no voy a decirte que no nos llevamos todos una sorpresa, porque yo lo traté muy bien desde el principio y pensamos que nos agradecería las vacaciones tan estupendas que pasó con nosotros. Hay gente que nunca resulta como uno esperaba, pero estoy dispuesto a perdonar, y lo Pasado, Pasado, tú siempre has sido una buena chica y has sacado buenas notas, y Ron siempre ha sido lo que queríamos, un buen chico, que es lo más importante, y agradable. A estas alturas de mi vida no voy a ponerme a odiar la Carne de mi Carne. En cuanto a tu error, hacen falta Dos Personas para cometer un error, y ahora que estas en Boston estudiando , lejs de él y de la situación en que te metiste, estoy seguro, estoy totalmente convencido de que comportarás como Dios Manda. Uno tiene que confiar en los hijos, como en los negocios y en cualquier empresa seria, y no hay nada tan malo que no pueda perdonarse, sobretod tratándose de la Carne de nuestra Carne. Tenemos una familia muy unida y ¿¿¿por qué no??? Pásatelo bien estas vacaciones y yo rezaré por ti en la sinagoga, como todos los años. El lunes quiero que vayas a Boston y te compres un abrigo. Todo lo que necesites, que sé yo muy bien el frío que puede hacer por ahí arriba... Dale recuerdos a Linda y no te olvides de traértela el Día de Acción de Gracias, igual que el año pasado. Con lo bien que os pasasteis juntas. Yo nunca jamás he dicho nada malo sobre ninguno de tus amigos, ni los de Ron, y esto no es más que la Excepción que confirma la regla. Que disfrutes tus vacaciones.
TU PADRE

(...)

Querida Brenda:
No sé ni como empezar. Llevo toda la mañana llorando y he tenido que saltarme la reunión de la junta de esta tarde, porque tengo los ojos hinchados. Nunca pensé que esto podría ocurrirle a una hija mía. No sé si sabes a qué me refiero, no sé si lo tendrás siquiera en la conciencia, para sí no tener que envilecernos ninguna de las dos con una explicación. Lo único que puedo decirte es que esta mañana mientras limpiaba los cajones y guardaba tu ropa de invierno, encontré una cosa en el último cajón, debajo de unos jerséis que dejaste aquí, como seguramente recuerdas. Me eché a llorar nada más verlo y no he parado hasta ahora. Tu padre llamó por teléfono hace un rato y ahora está viniendo a casa, porque se ha dado cuenta del disgusto que tengo.
No sé qué hemos hecho para merecer que nos castigues así. Te hemos dado una bonita casa y todo el amor y el respeto que una niña pueda necesitar. Siempre me ponía muy ufana, cuando eras pequeña, al ver lo bien que te las apañabas por ti sola. Cuidabas tan bien a Julie, que daba gusto verlo, cuando sólo tenías catorce años. Pero te fuiste alejando de la familia, aunque te mandamos a los mejores colegios y te dimos las mejores cosas que pueden comprarse con dinero. Me moriré sin haber averiguado por qué nos pagas de este modo.
En cuanto a tu amigo, no tengo palabras. Son sus padres quienes deben responder por él, y no sé en qué casa habrá vivido, para ser capaz de comportarse así. Desde luego que fue una manera de agradecernos la hospitalidad con que tuvimos la amabilidad de acogerlo, a un chico que para nosotros era un perfecto desconocido. Que os coportarais de ese modo en nuestra propia casa es algo que nunca me entrará en la cabeza. Mucho han cambiado los tiempos desde que yo tenía tu edad, para que semejante cosa ocurra. No paro de preguntarme si por lo menos no habrás estado pensando en nosotros mientras hacías eso. Yo te daré igual, pero ¿cómo has podido hacerle eso a tu padre? No quiera Dios que Julie llegue a enterarse nunca.
Dios sabe lo que habrás estado haciendo todos los años, mientras nosotros teníamos plena confianza en ti.
Les has roto el corazón a tus padres y quiero que lo sepas. Vaya manera de agradecernos todo lo que hemos hecho por ti.
Mamá

Tomado de Philip Roth. Goodbye, Columbus. Debolsillo, Barcelona, 2010. Páginas 158 a 160.


La defensa

No sé cuál sea la razón por la que en los útimos tiempos he leído tanta literatura hebréa: Vasili Grossman, Amos Oz y ahora Philip Roth. Más allá de su raíz judía, probablemente no hay nada más que los una, pero ese pequeño detalle ya es un vínculo tremendamente fuerte, no sólo entre ellos, sino entre todos los judios. Así no sean practicantes y esten dispersos por todo el planeta, ellos son JUDIOS; y cada vez que alguien, así sea con o sin razón, les hace una crítica suele ser catalogado y juzgado como antisemita, complice de los Nazis. Luego del Holocausto ellos se han autoproclamado como víctimas eternas de la crueldad humana, poco importa el exterminio de los indígenas en las Américas, la esclavitud de millones de negros africanos y, mucho menos, el cerco al pueblo palestino. Voces como la de Amos Oz y Philip Roth son disidentes que son capaces de mirar desde adentro y criticar y ver la viga en el ojo propio.
Eso es Goodbye, Columbus, el primer libro de relatos de Roth, con el que ganó el National Book Award en 1960, y que a la vez generó alagos en la crítica, también produjo un intenso prurito en la comunidad judia de los Estados Unidos. Y con razón. Cada uno de los textos que componen esta colección narra desde la cotidianidad las incoherencias, las debilidades y los defectos de esta cultura. Desde lo técnico no tiene defecto, son historias bien estructuradas y bien contadas, además con un manejo muy sútil de pequeños detalles que resaltan el sútil sentido de sus historias. Por ejemplo, dénle una mirada al uso de las mayúsculas en la carta de papá. No es tanto lo que dice la carta, el mensaje, tal vez está en cómo está escrita.


La fiscalía

¡Ups! El fiscal era judio y se fue indignado de este juicio.


Veredicto

Es el primer libro que leo de este autor y no se equivocan el montón de seguidores que lo siguen alrededor del mundo a este eterno candidato al Nobel. No tiene pierde. Ya les contaré luego que tal son otras de sus obras.

Comuniquese y cúmplase


viernes, 12 de marzo de 2010

Poeta: Sabina y Páez


Me encantan estos dos músicos, cantantes, poetas... ¡monstruos! Ambos tienen una voz extraña, fea y unívoca que no pasaría la primera selección de American Idol. Su música y estilo es inconfundible y lo mejor son sus letras: grandes poemas, pequeños cuentos y fábulas comprimidos en una canción de pocos minutos.
Claro, cuando los juntaron, explotaron. Se maltrataron, se dieron duro y de todo ese tropel quedó uno de los mejores albumes de ambos: Enemigos íntimos. Hace poco se reconciliaron y cantaron juntos "Contigo" otra de esas canciones que pegan duro en el alma ("porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren"), pero quien sabe si vuelvan a grabar algo en conjunto y si lo hacen, sería difícil superar la calidad de esa pieza maestra fruto de la megalomanía, la antipatía y la mala leche.
Este poema... digo canción es una de las que más me gusta de ese trabajo.


Más guapa que cualquiera

Joaquin Sabina & Fito Paéz

Se llamaba Soledad y estaba sola
como un puerto maltratado por las olas,
coleccionaba mariposas tristes,
direcciones de calles que no existen.
Pero tuvo el antojo de jugar
a hacer conmigo una excepción
y, primero, nos fuimos a bailar
y, en mitad de un "te quiero" me olvidó.

De Esperanza no tenía más que el nombre
la que no esperaba nada de los hombres,
coleccionaba amores desgraciados,
soldaditos de plomo mutilados.
Pero quiso una noche comprobar
para qué sirve un corazón
y prendió un cigarrillo y otro más
como toda esperanza se esfumó.

Por eso, cuando el tiempo hace resumen
y los sueños parecen pesadillas,
regresa aquel perfume
de fotos amarillas.

Y, aunque sé que no era
las más guapa del mundo... juro que era
más guapa que cualquiera.
Se llamaba Inmaculada aquella puta
que curaba el sarampión de los reclutas,
coleccionaba nubes de verano,
velos de tul roídos por gusanos.
Pero quiso quererse enamorar
como una rubia del montón
y que yo la sacara de la
"calle de los besos sin amor"

Y, mil años después, cuando otros gatos
desordenan mis noches de locura,
evoco aquellos ratos
de torpes calenturas.
Y, aunque sé que no era
la más guapa del mundo, juro que era
más guapa, más guapa que cualquiera.




lunes, 8 de marzo de 2010

Monterroso y la sabiduría femenina


Ya casi se acaba este 8 de marzo y para despedir este día de la mujer los dejo con este cuento breve del gran maestro guatemalteco Augusto Monterroso. Sobra decir que por historias como esta me fascinan las mujeres.


La tela de Penélope, o quién engaña a quién

Augusto Monterroso

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

Tomado de: Augusto Monterroso. Cuentos, fábulas y lo demás es silencio. Alfaguara. México, 1996. Página 178.