viernes, 26 de marzo de 2010

A juicio: Goodbye, Columbus, de Philip Roth


La evidencia

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Querida Brenda:
No hagas caso de la carta de tu madre cuando la recibas. Te quiero mucho, mi niña, y si te apetece comprarte un abrigo, yo te lo compro. Nunca te negaré nada. Tenemos plena confianza en ti, así que no te molestes por lo que te dice tu madre en su carta. Claro, se ha puesto histérica de la impresión, con lo que había trabajado por la Hadassah. Siendo mujer, le cuesta trabajo entender las cosas que pasan en la Vida. Claro, no voy a decirte que no nos llevamos todos una sorpresa, porque yo lo traté muy bien desde el principio y pensamos que nos agradecería las vacaciones tan estupendas que pasó con nosotros. Hay gente que nunca resulta como uno esperaba, pero estoy dispuesto a perdonar, y lo Pasado, Pasado, tú siempre has sido una buena chica y has sacado buenas notas, y Ron siempre ha sido lo que queríamos, un buen chico, que es lo más importante, y agradable. A estas alturas de mi vida no voy a ponerme a odiar la Carne de mi Carne. En cuanto a tu error, hacen falta Dos Personas para cometer un error, y ahora que estas en Boston estudiando , lejs de él y de la situación en que te metiste, estoy seguro, estoy totalmente convencido de que comportarás como Dios Manda. Uno tiene que confiar en los hijos, como en los negocios y en cualquier empresa seria, y no hay nada tan malo que no pueda perdonarse, sobretod tratándose de la Carne de nuestra Carne. Tenemos una familia muy unida y ¿¿¿por qué no??? Pásatelo bien estas vacaciones y yo rezaré por ti en la sinagoga, como todos los años. El lunes quiero que vayas a Boston y te compres un abrigo. Todo lo que necesites, que sé yo muy bien el frío que puede hacer por ahí arriba... Dale recuerdos a Linda y no te olvides de traértela el Día de Acción de Gracias, igual que el año pasado. Con lo bien que os pasasteis juntas. Yo nunca jamás he dicho nada malo sobre ninguno de tus amigos, ni los de Ron, y esto no es más que la Excepción que confirma la regla. Que disfrutes tus vacaciones.
TU PADRE

(...)

Querida Brenda:
No sé ni como empezar. Llevo toda la mañana llorando y he tenido que saltarme la reunión de la junta de esta tarde, porque tengo los ojos hinchados. Nunca pensé que esto podría ocurrirle a una hija mía. No sé si sabes a qué me refiero, no sé si lo tendrás siquiera en la conciencia, para sí no tener que envilecernos ninguna de las dos con una explicación. Lo único que puedo decirte es que esta mañana mientras limpiaba los cajones y guardaba tu ropa de invierno, encontré una cosa en el último cajón, debajo de unos jerséis que dejaste aquí, como seguramente recuerdas. Me eché a llorar nada más verlo y no he parado hasta ahora. Tu padre llamó por teléfono hace un rato y ahora está viniendo a casa, porque se ha dado cuenta del disgusto que tengo.
No sé qué hemos hecho para merecer que nos castigues así. Te hemos dado una bonita casa y todo el amor y el respeto que una niña pueda necesitar. Siempre me ponía muy ufana, cuando eras pequeña, al ver lo bien que te las apañabas por ti sola. Cuidabas tan bien a Julie, que daba gusto verlo, cuando sólo tenías catorce años. Pero te fuiste alejando de la familia, aunque te mandamos a los mejores colegios y te dimos las mejores cosas que pueden comprarse con dinero. Me moriré sin haber averiguado por qué nos pagas de este modo.
En cuanto a tu amigo, no tengo palabras. Son sus padres quienes deben responder por él, y no sé en qué casa habrá vivido, para ser capaz de comportarse así. Desde luego que fue una manera de agradecernos la hospitalidad con que tuvimos la amabilidad de acogerlo, a un chico que para nosotros era un perfecto desconocido. Que os coportarais de ese modo en nuestra propia casa es algo que nunca me entrará en la cabeza. Mucho han cambiado los tiempos desde que yo tenía tu edad, para que semejante cosa ocurra. No paro de preguntarme si por lo menos no habrás estado pensando en nosotros mientras hacías eso. Yo te daré igual, pero ¿cómo has podido hacerle eso a tu padre? No quiera Dios que Julie llegue a enterarse nunca.
Dios sabe lo que habrás estado haciendo todos los años, mientras nosotros teníamos plena confianza en ti.
Les has roto el corazón a tus padres y quiero que lo sepas. Vaya manera de agradecernos todo lo que hemos hecho por ti.
Mamá

Tomado de Philip Roth. Goodbye, Columbus. Debolsillo, Barcelona, 2010. Páginas 158 a 160.


La defensa

No sé cuál sea la razón por la que en los útimos tiempos he leído tanta literatura hebréa: Vasili Grossman, Amos Oz y ahora Philip Roth. Más allá de su raíz judía, probablemente no hay nada más que los una, pero ese pequeño detalle ya es un vínculo tremendamente fuerte, no sólo entre ellos, sino entre todos los judios. Así no sean practicantes y esten dispersos por todo el planeta, ellos son JUDIOS; y cada vez que alguien, así sea con o sin razón, les hace una crítica suele ser catalogado y juzgado como antisemita, complice de los Nazis. Luego del Holocausto ellos se han autoproclamado como víctimas eternas de la crueldad humana, poco importa el exterminio de los indígenas en las Américas, la esclavitud de millones de negros africanos y, mucho menos, el cerco al pueblo palestino. Voces como la de Amos Oz y Philip Roth son disidentes que son capaces de mirar desde adentro y criticar y ver la viga en el ojo propio.
Eso es Goodbye, Columbus, el primer libro de relatos de Roth, con el que ganó el National Book Award en 1960, y que a la vez generó alagos en la crítica, también produjo un intenso prurito en la comunidad judia de los Estados Unidos. Y con razón. Cada uno de los textos que componen esta colección narra desde la cotidianidad las incoherencias, las debilidades y los defectos de esta cultura. Desde lo técnico no tiene defecto, son historias bien estructuradas y bien contadas, además con un manejo muy sútil de pequeños detalles que resaltan el sútil sentido de sus historias. Por ejemplo, dénle una mirada al uso de las mayúsculas en la carta de papá. No es tanto lo que dice la carta, el mensaje, tal vez está en cómo está escrita.


La fiscalía

¡Ups! El fiscal era judio y se fue indignado de este juicio.


Veredicto

Es el primer libro que leo de este autor y no se equivocan el montón de seguidores que lo siguen alrededor del mundo a este eterno candidato al Nobel. No tiene pierde. Ya les contaré luego que tal son otras de sus obras.

Comuniquese y cúmplase


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