domingo, 13 de julio de 2008

WALL-E: Una soledad demasiado ruidosa

Cuando el fin de semana pasado vi Wall-e, la última película de Disney y Pixar, fue inevitable recordar la novela del magnífico escritor checo Bohumil Hrabal: Una soledad demasiado ruidosa.

Hanta, el personaje principal de la novela, trabaja hace treinta y cinco años prensando y triturando papel. Dentro del material que le llega, encuentra, de vez en cuando, bellos libros o reproducciones de pintura, que seleciona y organiza para crear paquetes de papel prensado cargados de arte. Por su parte Wall-e es el último robot de su especie que desde hace setecientos años está programado para compactar la basura; al igual que Hanta selecciona objetos que lo seducen y los guarda en su colección personal.

En resumidas cuentas, Hanta hace bloques de papel y Wall-e de basura, y los dos son personajes de una inmensa ternura y protagonistas de obras maestras, el primero de la literatura y el segundo del cine animado.

Va una muestra como invitación a ver la película y a leer la novela.




Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia, una más entre las muchas de las cuales, durante todo este tiempo, habré comprimido alrededor de treinta toneladas, soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé que ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos. Por regla general, prenso dos toneladas por mes, y para tener fuerzas para este bendito trabajo, durante treinta y cinco años he bebido tanta cerveza que con ella se podría llenar una piscina olímpica o una buena cantidad de viveros de carpas navideñas. De esta manera, a pesar de mí mismo, me he vuelto sabio y ahora me doy cuenta de que mi cerebro es un fajo de pensamientos prensados en la prensa mecánica, mi cabeza calva es la nuez de cenicienta, y sé bien que los tiempos en que el pensamiento estaba inscrito en la memoria humana tenían que ser muchos más hermosos; si en aquel tiempo alguien hubiese querido prensar libros, tendría que haber prensado cabezas humanas, pero tampoco eso habría servido para nada, porque los verdaderos pensamientos provienen del exterior, van junto al hombre como su fiambrera de fideos y por

eso todos los inquisidores del mundo queman libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y es que un verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo.

Bohumil Hrabal. Una soledad demasiado ruidosa. Destino. Barcelona. 2001

9 comentarios:

yacasinosoynadie dijo...

Que linda relación Samuel, quedo con muchas ganas de clavarle el diente al libro… Por el lado de Wall-E, definitivamente es una de las películas animadas más grandes.

Volveré a pasarme por aquí.

Ivan Andrade dijo...

Wall-E me pareció una muy buena película. Ahora habrá que conseguir la novela para leerla, porque el fragmento lo deja a uno con ganas de leer.

Saludos desde la tienda.

Nicolás González dijo...

Sí a buscar el libro definitivamente... la película además tiene al comienzo un dejo de nostalgia que habla por sí misma sin necesidad de parlamentos... que buena utilización de la música... Wall-E clásico...

Addiction Kerberos dijo...

Explicar a Hrabal a consumidores de Disney; es tan lindo y enternecedor como de pronto poner a Kafka en versión Pixar; o puedo conjeturar en poner a Mishima en una teen movie protagonizada por Hillary Duff.. cómo no?
Tal vez lo que diferencia el arte de los productos de consumo masivo es que mientras el primero dignifica el segundo desecha mediante un lenguaje desenfadado: y hay lenguaje desenfadado en Hrabal? Vaya vaya, creo que es más interesante ver las diferencias de forma que las similitudes de contenido. Dejar de justificar la superficialidad de la cultura pop masiva que en sí es injustificable y no necesita justificación. Recuerdo una entrevista que hicieron a Derrida donde la periodista tan cándida como tu análisis le preguntaba si consideraba que Seinfeld era deconstructivo, a lo que el filósofo respondió: no he inventado un método para hacer guiones de series estúpidas norteamericanas.
Hrabal cuando escribió una soledad demasiado ruidosa estaría pensando en inpirar a unos profundos guinistas de Disney? Umm, por qué me parece que la respuesta es no. Por qué me parece que si yo creo una novela sobre obreros no querré verla representada al cine como unas tiernas ANTS que se pudren en el sistema sin preguntarse mucho. Cuando la gente lee poco es obvio que tratan de agarrar cualquier pretexto de su imbecilidad para justificarlo con algo que intuyen más profundo. La cultura pop no salvará tu alma.

Samuel Andrés Arias dijo...

Dicen por ahí que la ignorancia es atrevida. Yo reconozco que soy atrevido. Pero el asunto me gusta, porque me facilita disfrutar la vida y el arte sin la prevención del erudito, y ya ven: hasta hacer comparaciones heréticas como la del paralelo entre Hrabal y Wall-e.
Lo anterior no descarta que uno aprenda una que otra cosita de vez en cuando y que esos placeres aprendidos le den más argumentos para brincar de la percepción y sensación primaria a la crítica fundamentada, que también se goza y mucho; pero en muchas ocasiones la razón nos traiciona y caemos de nuevo en la percepción cruda y desnuda. Lo importante no es sentir vergüenza por la desnudez, por el contrario, es bonito sentirse en bola.
Addiction Kerberos, tenés toda la razón: la cultura pop no salvara mi alma, pero la disfruto tanto que corro el peligro de condenarme en el fuego eterno de mis atrevimientos.

Camilo Jiménez dijo...

Deben pasar muy maluco los que no son capaces de condimentar los días con algo de ligereza, de superficialidad, de risa... ¿Tanto Derrida, tanto Bergman, tanto Shoenberg no les emepezará a enturbiar la vista? Al menos parece que el criterio y el humor sí. Las mujeres de esos señores que viven así también deben pasar muy maluco. No querría ser ni amigo ni conocido de ninguno, de pronto se me pega esa solemnidad tan boba.

Frank dijo...

Primero lo primero:
Wall-e del carajo, excelente película, sobre todo por el principio, sin diálogos, hubieran podido terminar toda la película del mismo modo y se habrían fajado. Por otro lado, la historia fue buenísima, es algo así como una introducción a las leyes de los robóts de Assimov para niños -espero no ofender a nadie con el comentario-, además que lo más delicioso fue ver a la gente en sus sillas, gordas conectadas a su mundo virtual.

Segundo lo segundo:
Sí, quería molestar a alguien y es que si no se puede tener de vez en cuando un rato de "frivolidad" viendo películas de disney o cualquier otro producto de "la cultura pop" por conocer de filosofía, literatura y todo lo que en las universidades quedaría dentro de las facultades de humanidades, pues entonces sería debatir sobre si reir o no es un pecado, como lo harían aquellos monjes en la novela de Eco.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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