domingo, 9 de noviembre de 2008

A juicio: Era lunes cuando cayó del cielo


La evidencia

“Una mujer tan linda es una tentación para pensar en ella y eso fue lo que yo hice durante varios años, desde que fuimos a buscarla al barrio Las Violetas para conocer la oficina de Marcelo, hasta hoy, pasando por esa noche cuando la vi envuelta en una sábana del hotel Dann, acostada en una camilla, entrando en la oscuridad de la ambulancia, sacando su brazo izquierdo para despedirse de nosotros. Por eso me atrevo a decir cosas de su vida. Por ejemplo, podría apostar a que Lucía y su mamá peleaban. Cómo iba a mantenerse tranquila y serena una mujer que cosía todo el día hasta tarde en la noche para darles gusto a las señoras ricas de Laureles y El Poblado que le decían, Margot, ¿qué es esta falda tan ancha?, ¿me estás viendo deforme o qué? Margot, ¿creés que te voy a esperar toda la vida? Margot, ¿mi plata es que no vale o qué? Margot, Margot, Margot. Y Lucía asomada por la ventana dándoles miraditas a los de la esquina. Y Lucía con ese cuerpazo que podría enloquecer a cualquier hombre. Y Lucía creciendo. Y Lucía sin futuro. Y Lucía en medio de hilos y cortes de tela. Y Lucía tan linda. Apuesto mi vida a que ellas peleaban a menudo. También apuesto a que durante esas peleas ella la acusaba por la ida de su papá. Y después lloraba por ser como muchas otras muchachas del barrio que crecían sin papá”.

Juan Diego Mejía. Era lunes cuando cayó del cielo. Bogotá: Alfaguara, 2008.

 


La defensa

He leído dos novelas anteriores de Juan Diego Mejía: El cine era mejor que la vida (Premio Nacional de Colcultura 1996) y El dedo índice de Mao. Las dos me parecieron muy buenas. Mientras muchos escritores colombianos contemporáneos buscan (buscamos) historias en el río de cadáveres de todos los días en nuestro país, Juan Diego se encierra con sus personajes familiares y narra en un tono íntimo. La grandilocuencia no es lo suyo, su mérito está en las epopeyas de la vida simple y cotidiana. Como no recordar con afecto a Mejía, el padre fracasado de El cine era mejor que la vida o la entrañable relación del narrador con su hermano con síndrome de Down en El dedo índice de Mao. La búsqueda de esa prosa sencilla y esas sensaciones nostálgicas me llevaron a leer con urgencia Era lunes cuando cayó del cielo, su más reciente novela.  


La fiscalía

¡Qué decepción! Si leyeron el fragmento que transcribí arriba se darán cuenta que Juan Diego Mejía pasó de la prosa simple y cargada de sentimiento a una escritura fácil, trillada e inundada de lugares comunes. Mejía, ya no el padre, el maravilloso personaje de la primera novela, sino un productor de documentales, narra la relación de Marcelo, un yuppie director de comerciales con Lucía, una bella modelo depresiva de clase media en el Medellín de comienzos de los noventa. El tipo huye de una relación formal con ella aunque la ama y ella huye de su propia vida y se suicida. Mejía trata de comprender por qué, pero el tipo es medio sonso, un convidado de piedra, un personaje desdibujado que es incapaz de comprenderlo y transmitirlo a los lectores. De tal manera que muchas de las anécdotas que sustentan la novela son despachadas con ligereza, con tal superficialidad que es imposible lograr la comprensión del conflicto de Lucía y su suicido, el inexplicable temor de Marcelo para establecer relaciones duraderas, la doble vida entre “el miedo y la esperanza” (diría Sergio Fajardo) en que vivían los habitantes de Medellín en esa época.Me molestó además el tufito a Rosario Tijeras que tiene la novela, pretende ser su versión light, su versión no-violencia, su versión íntima. Tan es así que el mismo narrador hace un par de referencias explícitas ¿o descaradas? a su parecido.


Veredicto

Exonero a Juan Diego Mejía, pero la novela no merece el perdón. Me niego a creer que este excelente escritor se haya extraviado. Bueno, todos tenemos derecho a tener malos días y… malas novelas. Espero que en su próxima obra vuelva por el buen camino, de lo contrario la televisión puede seguir siendo una muy buena alternativa para él.


Comuníquese y cúmplase

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me impresionó mucho la torpeza con la que está escrito el primer párrafo, si ud. dice que las otras novelas están mejor redactadas habrá que darles su oportunidad...y espero que el resto de Era Lunes.... esté mejor en cuanto a fluidez.

Camilo Jiménez dijo...

Yo he comenzado unas seis veces "El cine era mejor que la vida" (un título insuperable, de los mejores) y no he podido llegar más allá de la página 40. Ésta tiene una carátula insuperable también, pero no sé si me le mida. Menos con ese parrafito que está colgado en la entrada.

Samuel Andrés Arias dijo...

Transcribo el mensaje que Juan Diego Mejía me envió al correo:

Hola Samuel. Lo leí. Veo que eres muy agudo para leer. Así es la literatura, uno propone cosas todo el tiempo, a veces acertamos otras veces no, pues no se trata de una ciencia exacta. Pero lo que me alegra es saber que otras cosas sí te han gustado.

Gracias por tu lectura.

Abrazos,

Juand

Samuel Andrés Arias dijo...

Lucaz y Camilo: El cine y El dedo ídice me gustaron mucho. Vale la pena darles la oportunidad.

Camilo Jiménez dijo...

Sí, yo no renuncio a cogerle el tiro a las novelas de Juan Diego. Le intentaré de nuevo a El cine e intentaré con El dedo índice de Mao, que le ha gustado a otros buenos lectores que conozco.