domingo, 18 de abril de 2010

Obsesiones compulsivas: Recuperar la dignidad de un país mafioso


Sí, Colombia es un país mafioso y corrupto. Eso no significa que todos los colombianos lo seamos... aunque casi. Aquí celebramos la trampa y a los tramposos. En este país tiene más valor un mafioso en traquetomovil que un campesino desplazado. El primero es un "vivo" y se le festeja, y el segundo es un "bobo" y lo condenamos.
En este blog no se suele hablar de política, pero cuando toca toca, más cuando mi cédula quedó inscrita en Chapinero y dudo que viaje a Bogotá sólo por amor a la democracia. Entonces no me queda nada más que hacer proselitismo para persuadir algún no votante y reponer mi voto perdido.
Parto del punto en que los candidatos no son Mesías, ninguno trasformará el país con el toque mágico de una varita mágica, pero algunos si podrían darle un rumbo distinto.
De entrada NO a Juan Manuel Santos, NO a Noemí, NO a Vargas Llerras. Mi corazón y mis afectos políticos están a la izquierda y me considero un seguidor de las ideas liberales, las de verdad, es decir, las que no tienen nada que ver con el partido Liberal de marras y su larga trayectoria burocrática y de corrupción; por esa razón histórica Pardo, siendo un buen tipo y un buen candidato no llegará al poder: no tiene partido, en contados días los "liberales", o más bien, los miembros del Partido Liberal huirán en desbandada como ratas cuando el barco se hunde y Pardo se quedará solo con su rostro de depresión mayor.
No soy militante de ningún partido. Considero que aunque son necesarios terminan imponiendo la política a la ética y eso para mí es inaceptable. Por eso soy más afecto al Carlos Gaviria profesor, magistrado y candidato de hace cuatro años que al presidente del Polo o al de hoy, quien apoya la candidatura de Petro más por lealtad con su partido que por convicción. Y digámoslo de una vez: Petro fue un excelente congresista hasta que vendió su voto para elegir al maligno ultraconservador Ordoñez como Procurador. Ese día, Petro perdió para mí toda credibilidad y mató su carrera política. La izquierda decente de este país no debería perdonarle nunca esa salida en falso.
¿Quién queda? Mockus. La verdad es demasiado godo y narciso para mi gusto. Las dos alcaldías en Bogotá lo demostraron, pero tiene un detalle que lo hace para mí mi candidato: es un godo digno. Como pocos políticos lo han sido en este país. Y aunque en más de una ocasión, desde que era rector de la Universidad Nacional, no he estado de acuerdo con sus posiciones, siempre he pensado que es un tipo ético, digno y decente. Por eso creo que es la mejor opción en estas elecciones.

Con su propuesta comparto algunos de sus principios:
1. La educación, la cultura y el desarrollo de la ciencia y la tecnología son el único camino real que nos permitirá crear un proyecto de país viable y sostenible a largo plazo. Lo demás son medidas de urgencia para apagar incendios, que son necesarias, pero no suficientes. Una sociedad educada es una sociedad con poder de decisión, una sociedad deliberativa capaz de elegir el rumbo que quiere tomar.
2. Recuperar el valor de los argumentos sobre el poder de la corrupción para la toma de decisiones políticas... ¡Eso lo quiero ver! Parece una Utopía imposible de lograr, pero esa pelea hay que darla. Si este país es capaz de ponerse de acuerdo en vencer la cultura mafiosa en que vivimos, no importa el modelo de desarrollo por el que optemos, seremos capaces de avanzar.
3. Ligado al anterior, recuperar la legitimidad y la credibilidad en la ley y la justicia. Este punto es peligroso: no siempre la Ley es justa (y a Mockus le gusta la Ley por la Ley, más de una vez lo ha probado), pero si somos capaces de transformarnos en una democracia deliberativa tendremos el chance de modificarla y hacerla justa y legítima para todos. En ese momento la ilegalidad dejará de ser un valor preciado para nuestra torcida sociedad y seremos capaces de creer y confiar en nuestra justicia.
4. No es necesario decir nada más: LA VIDA ES SAGRADA.

Los invito, entonces, a que se unan a esta inmensa ola verde para al fin poder cantar con orgullo en el Himno Nacional: "Cesó la URIBE noche, la libertad sublime..."
Si con estos argumentos logro persuadir a alguien para que vote por Antanas Mockus me absolveré de la culpa por el olvido de inscribir mi cédula y le daremos a él la oportunidad de liderar la transformación de este país. Seguramente no se resolveran todos nuestros problemas, pero, tal vez, recuperemos la dignidad y dejemos de ser un país mafioso.

1 comentario:

Susana dijo...

Me encantó eso de "cesó la Uribe noche".

Yo no sé cuántos votos ha perdido Pardo por que no le vaya bien en las encuestas, pero desde que empecé a votar me he dado la libertad de votar por el que más me guste, vaya a ganar o no.

El que más me gusta es Pardo. El que menos me choca de los que pueden ganar es Mockus.