domingo, 11 de mayo de 2008

El primer párrafo

Últimamente he estado obsesionado con el arranque de las obras literarias. Comparto la opinión de Patricia Highsmith que decía: «Me gusta que la primera frase contenga algo que se mueva y dé la impresión de acción. (…) En el primer capítulo de un libro de suspense tiene que haber acción o una promesa de acción. Hay una cosa u otra en todas las buenas novelas».
Así pues, uno de los criterios para seleccionar los libros que compré en la pasada Feria del libro de Bogotá fue la lectura obligada de los primeros párrafos.
Va una muestra de los cinco inicios que más me gustaron:

Unos caballos muy lindos
Cormac McCarthy. Seix Barral. Barcelona, 1992
La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestíbulo y cerró la puerta. Se quitó el sombrero y avanzó lentamente. Las tablas del suelo crujían bajo sus botas. Se detuvo, vestido de luto, ante el espejo oscuro donde los lirios se inclinaban, pálidos, en el curvilíneo florero de cristal tallado. A lo largo del pasillo que tenía a sus espaldas colgaban los retratos de antepasados vagamente conocidos por él, todos enmarcados en cristal y débilmente iluminados sobre el estrecho revestimiento de madera. Bajó la mirada hacia el estriado resto de vela. Apretó la yema del pulgar contra la cera caliente encharcada sobre la chapa de roble. Por último miró aquel rostro hundido y contraído entre los pliegues de la mortaja funeraria, el bigote amarillento, los párpados finos como el papel. Aquello no era dormir. Aquello no era dormir.
El esposo divino
Francisco Goldman. Anagrama . Barcelona, 2008.
Cuando María de las Nieves Morán pasó de la escuela conventual al claustro para convertirse en novicia, lo hizo para evitar que Paquita Aparicio, su querida compañera de infancia, se casara con el hombre que ambas llamaban «el Anticristo». Claro que ésta no es la versión que conoce la historia. María de las Nieves se convirtió en una de las dos últimas novicias de las «monjas inglesas» y adoptó el nombre religioso de sor San Jorge: Asesina de Dragones, Defensora de Vírgenes. Ella comprendía que la suya era una época que necesitaba actos de valor desinteresado y que, mediante su autosacrificio, sellaba para toda la eternidad el voto secreto que le había hecho Paquita de no tener relaciones conyugales hasta que ella, María de las Nieves/ sor San Jorge, las tuviera primero.
Vida y destino
Vasili Grossman. Galaxia Gutemberg, Círculo de lectores. Barcelona, 2007.
La niebla cubría la tierra. La luz de los faros de los automóviles reverberaba sobre la línea de alta tensión que bordeaba la carretera.
No había llovido, pero al amanecer la humanidad había calado en la tierra y, cuando el semáforo indicó prohibido, una vaga mancha rojiza apareció sobre el asfalto mojado. El aliento del campo de concentración se percibía a muchos kilómetros de distancia: los cables del tendido eléctrico, las carreteras, las vías férreas, todo confluía en dirección a él, cada vez con mayor densidad. Era un espacio repleto de líneas rectas; un espacio de rectángulos y paralelogramos que resquebrajaba el cielo otoñal, la tierra, la niebla.
El disparo de argón
Juan Villoro. Anagrama. Barcelona, 2005.
Era de mañana, pero no de día. Un cielo cerrado, artificial. Las cosas aún no ganaban su espesura; intuí a la bailarina en el escaparate, la zapatilla rosácea apuntando hacia el cristal, las pestañas sedosas, los párpados bajos, ajenos a las sombras de la calle. Normalmente, lo primero que veo en san Lorenzo es una explosión de rótulos, cables de luz, ropas encendidas en rojo, verde y anaranjado. Ahora el cielo aplastaba las casas de dos pisos; las azoteas eran miradores a una catástrofe negra y segura.
Chiquita
Antonio Orlando Rodríguez. Alfaguara. Bogotá, 2008.

El día que su primogénita cumplió doce años, el doctor Ignacio Cenda la llamó a su despacho, le pidió que apoyara la espalda en la pared donde tenía colgado el título de medicina de l’Université de Liege y la midio.
—Veintiséis pulgadas —murmuró con voz inexpresiva. Exactamente lo mismo que el año pasado. Y que el anterior. Aunque sobre ese tema no se hablaba delante de ella por delicadeza, su hija sabía que todos en la familia, excepto él, habían renunciado a la esperanza de que creciera.

11 comentarios:

Martín Franco Vélez dijo...

De los de arriba, el incio que más me gusta es el de "Chiquita". Y hablando de eso, ahora que ando vaciado hasta la quincena me he puesto a releer. ¿Cómo le suena esta belleza de inicio? "Vine a Comala porque me dijeron que aca vivía mi padre, un tal Pedro Páramo".

Samuel Andrés Arias dijo...

Otro memorable que me quedó fijado dentro del cráneo desde que lo leí hace cientos de años en el colegio: "El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo".
Realmente García Márquez es un cultor del primer párrafo.

Fernanda dijo...

Gracias Samuel por abrir esta puerta de inspiración. Cada vez que recibía un email con un cuento tuyo, sabía que era "un regalo especial" que tenía que hacerle el tiempo. Ahora que compartis este espacio, estoy segura que es un "regalo mayor" y que es un lujo seguir aprendiendo a través de este espacio. Desde Guatemala, el país de la eterna primavera recibí un abrazo y un MIL GRACIAS.

Camilo Jiménez dijo...

¡Ja ja ja! Esta "escaneando" la entrada, así por encima antes de leer, y me doblé de la risa con esa traducción tan torpe de la novela de McCarthy. ¿Cómo que "Unos caballos muy lindos"? Le dieron patadas y pescozones a un título que es un verso hermoso, "Todos los hermosos caballos" (All the Pretty Horses). Bueno, ya sí entro a mirar con juicio.

Samuel Andrés Arias dijo...

Y qué más querías, Camilo. Qué más podía pedir por cuatro mil pesitos en el pabellón de descuentos de Panamericana, ¡ja, ja, ja!

Anónimo dijo...

hey, sami! cómo va, amigo? encontré de casualidad tu mail en el que nos invitabas a pasear por acá (lo rescaté de la deshonrosa categoría des "no deseado" que le había dado el muy paranoico gmail!)POr cierto, muy muy lindo tu espacio virtual!

Mi top five, o algo parecido, de los grandes, memorables comienzos:

- Claro, la vida es un proceso de demolición. (Acaso hay mejor principio que éste del gran Scott Fitzgerald en el Crack Up??!!)
- Encontraría a la Maga (ese condicional, ese aranque perfecto justifica el gran ladrillo de Rayuela)

- Hace mucho tiempo que vengo acostándome temprano (POr elcamino de Swan)

- Hoy murió mamá (sí, si: bastante taquillero y todo, pero está bien)

- Es un personaje el que habla y dice:(...) (Barthes, Fragmento de un discurso amoroso)

besos enormes para todos allá, los extraño, Caro

Camilo Jiménez dijo...

Esa traducción ya no la leería ni de fundas, Samuel. Y bueno, se perdieron al menos sólo cuatro mil pesitos. Creo que se consigue la edición de Mondadori, donde al menos respetan (o quieren respetar) el título original.

La frase de incicio de Proust que recuerda la comentarista anterior es hasta autobiográfica y siempre me fascinó. Me gusta también este: "Bastará decir que yo soy Juan Pablo Castell, el pintor que mató a María Iribarne...": eso es entrar con los taches hacia arriba.

delcastilloencantado.blogspot.com dijo...

Los siguientes son inicios de arranque, y de paso los adivine:"No era una herramienta como las otras. Estaba hecha de material de calidad superior y el aprendizaje de su manejo era mucho más largo y difícil"; "El portero nocturno del edificio Deauville escuchó los pasos furtivos descendiendo las escaleras. Era la una de la mañana y el predio estaba en silencio";"Haz hecho de mi un sátiro (y un hambrón), por eso me gustaría seguir agarrado a tus espaldas, como Bufo y como él, podría tener mi pierna carbonizada sin llegar a perder esta obsesión". Apenas para seguir con esta modalidad básica de los inicios perdurables de aquellas obras igualmente perdurables en nuestra memoria...

Samuel Andrés Arias dijo...

Marcelo, el párrafo completo tiene aún más impacto:
"No era una herramienta como las otras. Estaba hecha de un material de calidad superior y el aprendizaje de su manejo era mucho más largo y difícil. Para no hablar del uso que de ella hacia su portador. Él conocía todas las maniobras difíciles -la in-quartata, la passata soto- con inigualable habilidad, pero lo empleaba para escribir la letra P, sólo eso, escribir la letra P en el rostro de algunas mujeres".
Es nada más ni nada menos que el inicio de El gran arte del maestro Rubem Fonseca.
Y como por no dejar, un inicio clásico, repetido en dos de sus novelas y en un par de cuentos:
"Mi nombre es Mandrake, soy abogado criminalista".

Carlitos Way dijo...

Oíste, Samuel, qué tema tan interesante, yo a veces me he puesto a competir entre los inicios de los cuentos y los de las novelas y ahy veces en que se arman verdaderas batallas. GGM era un teso para el inicio de las novelas, tanto que yo creo que sus inicios son mejores que las novelas mismas... y Cortázar, por su parte, innovó muchísimo en la manera de encabezar los cuentos. En fin, un día de estos vuelvo a participar con ejemplos concretos. Pero dejo este de muestra, que me parece fascinante: Graham Swift, con El país del agua: "-Y no olvides -solía decirme mi padre, como si temiese que en cualquier momento yo pudiera ponerme en pie y salir al ancho mundo en busca de fortuna -,por mucho que llegues a saber de las personas, y por malas que parezcan ser, que todas y cada una de ellas guardan en el fondo de su corazón algunos buenos sentimientos, y que todas y cada una de ellas fueron alguna vez un pequeño recién nacido que mamó la leche de su madre..."

Anónimo dijo...

Samuel, Samuel, aquí, en la histeria de los atentados, de los noticieros, el fútbol y la lamentadera del país, acabo de ver Lolita, acabo -ya hace unos días- de meterme y no me salgo de la V Barco, gracias a ud. y ahora me sumerjo en su blog, y que cosa tan buena, eso es como las cervezas, de afán, pero al fin frías y saludables, que nos tomamos a la salida del taller...
un abrazo, y felicitaciones, está reanimante y bastante ilustrador su espacio,
at, humo