jueves, 2 de octubre de 2008

La mala salud del país más rico


Ayer leí un buen reportaje de Elizabeth Gudrais publicado en Harvard Magazine en el mes de julio. Cae como anillo al dedo para la situación crític
a que vive la economía gringa, donde los platos rotos los seguiran pagando los mismos: los pobres. Por qué sí, en Estados Unidos hay pobres y cada día lo son más. Si la cosa es así con los gringos, ¿qué esperanza tenemos nosotros que pretendemos ser una imitación hechiza de su modelo?
Van algunos frangmentos del artículo en traducción criolla de Samuel. Lo pueden leer completo en Harvard Magazine.


América desigual


Elizabeth Gudrais


¿Qué piensa Majad Ezzati cuando la esperanza de vida disminuye en un país? Responde: “pienso en la epidemia del VIH o pienso en el colapso de un sistema social como en la antigua Unión Soviética”. Pero tal descenso pasa ahora mismo en algunas regiones de los Estados Unidos. Entre 1983 y 1999, la esperanza de vida en los hombres disminuyó en más de 50 condados, según un estudio realizado recientemente por Ezzati, profesor asociado de salud internacional de la Escuela de Salud Pública de Harvard. Para las mujeres las noticias son peores: la esperanza de vida disminuyó en más de 900 condados. Esto significa que el 4% de los hombres y el 19% de las mujeres americanas pueden esperar que sus vidas sean más cortas, o por lo menos iguales, que la gente de sus condados dos décadas antes.

Los Estados Unidos ya no se jactan de ser el país con la esperanza de vida más alta del mundo. Ni siquiera están en los primeros cuarenta. Dicho de otra forma, la nación más rica de la tierra no es la más saludable. El descubrimiento de Ezzati es inquietante, los científicos encuentran que la causa podría explicarse por los modelos de disparidades en salud: la mala salud no se distribuye homogéneamente en la población, se concentra en la gente pobre.

Las desigualdades en salud tienden a aumentar en la medida que aumenta la brecha en los ingresos: los pobres se hacen más pobres y mueren más pronto que los ricos. En los Estados Unidos, la brecha entre los ricos y pobres es mayor que en otras democracias desarrolladas, y cada día es más amplia (ver gráfico abajo). La verdad es que los Estados Unidos hace mucho menos que otros países para redistribuir equitativamente los ingresos entre ricos y pobres. El americano promedio tiene una tolerancia más alta por la desigualdad en el ingreso que sus equivalentes europeos. Las actitudes americanas se concentran en la igualdad de oportunidades, mientras los europeos se interesan también en la equidad de los resultados.



Entre americanos, las diferencias de opinión sobre la desigualdad pueden degenerar fácilmente en disputas partidistas sobre si la gente pobre merece ayuda y compasión o deberían sobreponerse a su situación por sus propios medios. Los estudios de las desigualdades sociales intentan probar sus efectos en la sociedad. Sus conclusiones le da la razón a las dos posiciones.

Los resultados de Ezzati son un ejemplo. También hay pruebas de que la vida en una sociedad con amplias disparidades –en salud, educación, riqueza– es muy mala para sus miembros. Las estadísticas de esperanza de vida lo insinúan: la gente en el extremo superior del espectro de ingresos en los Estados Unidos “vive un largo tiempo”, dice la profesora de política pública y epidemiología, Lisa Berkman, “pero la gente en el extremo superior de otros países vive mucho más”.

(…) La pregunta es: ¿es malo para la salud ser pobre? En los Estados Unidos las personas que están en el percentil 95 de ingresos tienen una esperanza de vida nueve años mayor que los que están por debajo del percentil 10. Los pobres tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes, hipertensión, infartos del corazón y cáncer. Hay pruebas que indican que la privación económica y social genera estrés y éste se relaciona con un mayor riesgo de enfermar.

(…) Ichiro Kawachi, profesor de epidemiología de Harvard, quien creció en Japón, cree que la cultura de consumo predominante de los Estados Unidos exacerba la privación económica relativa (la percepción de considerar que se necesita más y más y más). “Los japonenses tienen una cultura muy arraigada contra las demostraciones ostentosas de riqueza”, dice él; “yo, cuando era niño, crecí en un suburbio de Tokio y no era fácil distinguir, por un vestido o algo más, a los niños ricos de los pobres, ¡ahora, tráiganlos a América!


2 comentarios:

Pulgamamá dijo...

Soy víctima de esta crisis. Créeme. Salir de un país en crisis para llegar a otro igual. Claro son crisis diferentes. Aquí ando viendo el debate.
Saludos Samuel!

Samuel Andrés Arias dijo...

Yo creo que la crisis actual es el síntoma de lacumulación de muchos males que los EEUU han ignorado en las últimas décadas y que exceden lo económico. Bueno, aunque sea frase de cajón: "las crisis son oportunidades".