domingo, 8 de marzo de 2009

Rubem Fonseca para el día de la mujer

Se supone que un día como hoy hay que ser políticamente correcto y celebrar el día internacional de la mujer. Ya sea dedicando la canción de Ricardo Arjona o marchando por la reinvindicación de los derechos de las mujeres. Paso. Prefiero hacerlo con este cuento de Rubem Fonseca.
Feliz día, queridas lectoras del Cuaderno.



Francisca

Rubem Fonseca

No hay mujer que no sueñe con matar al marido. También yo tenía ese devaneo, pero se convirtió en una determinación realista.
Tomábamos el desayuno el día en que propuso nuestra separación. Dijo, así son las cosas, no te llevarás un centavo, las pasarás negras, no tengo bienes, este apartamento es alquilado, todo el dinero está en una cuenta secreta en un paraíso fiscal. ¿Sabes qué es un paraíso fiscal? Claro que no sabes, no sabes ni mierda, eres una idiota.
Respondí que iría a la policía a contarlo todo y el sufrió un ataque de risa y dijo, de verdad eres una imbécil.
Lo miré mientras comía sus huevos con tocino, todo marido canalla come huevos con tocino. Después de que se limpió la boca con la servilleta, le pedí humildemente dinero para ir al salón de belleza a teñirme el cabello, hilos blancos estaban invadiendo mi cabeza. Hoy no te doy ni un centavo, respondió él, para que aprendas a no hacerme amenazas.
No se venga una de un marido así sacándole dinero de su cartera ni inventando falsos gastos de mercado ni consiguiéndose un amante como hacen todas. Sólo hay una retaliación acorde con esta situación. A un marido así hay que matarlo. No en sueños. En la vida real.
Fui al espejo a examinar las raíces de mi cabello, todas se estaban poniendo grises, me estaba volviendo vieja.
Por la noche él me dio un papel y dijo, para ayudarte a hacer tu denuncia en la Renta Federal, no en la policía, so cretina, quiero darte una relación casi completa de los paraísos fiscales existentes. Hice la lista en orden alfabético, agregó con una sonrisa cínica, dándome un papel lleno de nombres.
Antillas Holandesas, Aruba, Bahamas, Bahrein, Barbados, Belice, Bermudas, Campione d'Italia, Islas del Canal (Alderney, Guernssey, Jersey, Sark), Islas Caimán, Chipre, Islas Cook, República de Costa Rica, Djibuti, Dominica, Emiratos Árabes, Gibraltar, Granada, Hong Kong, Lebuán, Líbano, Liberia, Liechtenstein, Luxemburgo, Macao, Isla de Madeira, Mladivias, Malta, Isla de Man, Islas Marshall, Islas Mauricio, Mónaco, Islas Montserrat, Nauru, Islas Niue, Sultanato de Omán, Panamá, Samoa Americana, Samoa Occidental, San Marino, Santa Lucía, Federación de San Cristobal y Nevis, San Vicente y Granadinas, Seychelles, Singapur, Tonga, Islas Turks y Caicos, Vanuatú, Islas Vírgenes Americanas, Islas Vírgenes Británicas.
Dios mío, nombres de los que nunca oí hablar, ¿cómo saber en cuál paraíso había escondido mi marido su dinero? ¿Y cómo se mata un marido? ¿Veneno? ¿Bala? ¿Puñal? Un puñal lo puedo conseguir, pero terminaría por hacer un simple arañazo en la piel de ese perro.
Entonces me puse a mirar la calle desde la terraza, sentí vértigo de la altura, la baranda de protección era muy baja, se trataba de un undécimo piso. Pero tuve una idea y el vértigo terminó.
Cómo toda mujer casada, vivo tomando montones de remedios para aliviar momentáneamente mi insoportable carga de frustraciones, Valium, Dormonid, Lexotan, Rivotril, Rohypnol y no sé cuántos más. Todas las noches mi marido se toma en la cena una botella de vino tinto, y soy yo, que hago todas las tareas de la casa, la que abre la botella y sirve el vino.
Mi dormonid es de quince miligramos, cogí seis comprimidos y los disolví en la botella de vino, que abrí en la cocina. Cogí también una botella de champaña para mí, llevé las dos botellas y vasos a la mesa del comedor, y llené nuestras dos copas.
No sé por qué a las mujeres y los invertidos les gusta tanto la champaña, esa mierda burbujeante, dijo él.
Llenó de nuevo su copa, bebió, volvió a llenarla, dijo, este bordeux está estupendo. Pronto vació la botella. Poco después se desmayo.
Ah, qué fatigante, arastrar aquel corpachón hasta la terraza. Era pesado, los huevos con tocino y los quesos franceses, los embutidos y las tortas, los patés engordan hasta a un tísico, incluso a cualquiera de esos tipos esqueléticos del Nordeste.
Me moría del cansancio cuando llegé a la terraza, pero aún tuve fuerzas para ponerlo de bruces sobre la baranda y después agarrar sus piernas, levantarlas e impulsar el cuerpo.
La caída sobre la acera produjo un sonido hueco y lejano.
Después llamé a la policía, les dije que mi marido había bebido demasiado, y se había caído de la terraza. Agregué que era en extremo afecto a los calmantes.
Regresé a la sala y bebí otra copa de champaña. Endulzaba la boca, antes de pasarlas negras.
Después, frente al espejo, repasé la historia que iba a contar a la policía. Señor comisario, lo mismo le pasó el mes pasado al residente del 1201, que también mezclaba bebida con calmantes, era alto y gordo como mi marido y se cayó de la terraza, la baranda es muy baja.
Probablemente también lo empujó la esposa, pero ese final no pensaba contarlo.
Ensayé mi cara de llanto y las lágrimas surgieron. Es fácil llorar si la persona está feliz.

Francisca In Rubem Fonseca. Ella y otras mujeres. La otra Orilla. Bogotá, 2008. pp. 53-57

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Del carajo ese cuento, ya imprimí la copia para mi mujer. Gracias!

Johan Bush Walls dijo...

Es un crack el maestro Fonseca.

Salú pue

Samuel Andrés Arias dijo...

Andrés y Johan: Sí, Fonseca es uno de los maestros de maestros. Ese librito de Ella y otras mujeres tiene cuentos muy buenos.

Pulgamamá dijo...

Maravilloso. Gracias por el regalo. "Todo marido canalla come huevos con tocino", es una de las mejores frases que he leido ultimamente. Gracias a Dios el mío no come tocino. Je!
Abrazos

Anónimo dijo...

¿Cuento? Anécdota o viñeta querrán decir, y está muy buena, pero ¿cuento? no señores eso no es un cuento.

Samuel Andrés Arias dijo...

Anónimo: Largo y complicado asunto no resuelto aún en la tierra de las letras. Para ti ¿Cuáles son las condiciones que debe cumplir un texto para colgarle el mote de cuento? Chévere el debate.

Anónimo dijo...

Fonseca es un ídolo. ¡Buena selección de textos! Felicitaciones por el blog.