Después de escucharme hablar con nostalgia de lo bueno que es vivir en Medellín, me preguntaban que por qué había regresado a Bogotá. La respuesta fue siempre la misma: “por güevón”. La verdad es mitad cierta, mitad chiste. Realmente me fui porque quería explorar otras formas de ser epidemiólogo fuera de la vida académica y porque mis contratos en la universidad eran a un año, con el riesgo de que en algún momento me dijeran: te lo agradezco, pero no. Muchos me escucharon decir como conclusión que en Medellín vivía jodido pero contento. Aquí en Bogotá, terminé viviendo jodido y, la verdad, no muy contento. Renegué de la ciudad casi todo el tiempo y por todo. Claro, hay cosas que disfruto mucho: ir a cine, pasar tardes en la Lerner o en San Librario, así no compre un libro, almorzar los fines de semana con mi mamá, salir a comer, disfrutar a Santiago, mi sobrino, el taller de novela de Nahum, las bibliotecas, y tal vez otras cuantas cosas que no recuerdo ahora. Pero tal vez la lista podría ser más extensa si enumero lo que me emputa de Bogotá: el frío, la inseguridad, la cara de culo del 95,7% de los bogotanos, el frío, las eternas distancias para ir de un lugar a otro, los huecos, de nuevo el frío, Samuel Moreno Rojas, el olor de las busetas, la indigestión de Trasmilenio, la deshonestidad del 99,9998% de los taxistas, la actitud y el tonito “chingaquedito” (cómo dicen los mexicanos) y tantas otras cosas, ah, ¿ya mencioné el frío tan cabrón?
El aprendizaje fue bueno en estos cuatro años, pero la etnografía ya fue suficiente y es tiempo de regresar a casa. Sí, ya sé, los que me conocen saben que soy afroboyaco, pero que mis afectos están ligados a Medellín, y más específicamente, a la Universidad de Antioquia. Esa es mi casa.
Ayer en la tarde recibí la noticia: tuve el mayor puntaje en el concurso docente de méritos de la Universidad y eso me permite regresar. Estoy feliz por mí, por Lina y por María José (la pequeña mujer que vive en la panza de Lina). Pronto volveré a dormir desnudo, podré andar por la calle con menos paranoia, me sentaré en la silla de adelante en los taxis, viajaré todos los días a la U en Metro, estaré los miércoles a las 4 la tarde en la Biblioteca Pública Piloto, aumentaré cada una de mis placas ateroescleróticas con los perros calientes de la bomba de Envigado o con una hamburguesa de los Verdes de la ochenta, me sentaré a ver niñas lindas mientras Lina hace compras o lolea en los centros comerciales y, sobretodo, abrazaré a mis amigos y amigas (para que no se ofendan las que tienen perversiones feministas), que tanta falta me hacen.
8 comentarios:
Samuel, lo felicito, me alegra mucho que vuelva a la ciudad donde quiere vivir. Viví en Bogotá 8 años hasta que me harté de todo, de muchas cosas de las que usted menciona (salvo el frío, que si me gusta). Para pasar unas dos semanas de vacaciones, Bogotá es muy sabrosa, los cines, los restaurantes, la Candelaria, pero admiro a mis amigos que se quedan viviendo allá, yo volveré una vez cada año o cada dos años, a pasear.
Y eso que usted no menciona una de las cosas que más me aburría allá: Lo putamente caro que es todo. Ni que fuera New York.
Muy bien por ud. y su familia Samuel Andrés, felicitaciones. Pero, como quiera que ud. se le traga el embutido a la Casa Editorial El Tiempo et caterva de que la actual administración distrital lo está haciendo más mal que las anteriores, difiero en que Medellín sea más segura que Bogotá, yo de ud. no caminaría muy tranquilo ni por la 33 ni por Barranquilla ni por ninguna.
ANDRES: Sí, Bogotá es, tal vez, uno de los mejores destinos para pasar vacaciones en este país. Pero para vivir, al menos, para mí, prefiero un pueblón como Medellín que una "metropoli" como Bogotá. Gracias.
LUCAZ: Tienes razón. El rollo de Bogotá es lo que llamamos en epidemiología una exposición acumulada, la suma de muchos males de marras, no sólo es culpa de tocayo, que desde que estaba como senador hacía gala de su ineptitud. Con respecto a la seguridad, también tienes razón, pero hay algo que llaman los urbanistas "percepción de seguridad"; y en mi caso me siento, no más seguro, sí menos inseguro en Medellín que en Bogotá, aunque eso no necesariamente se refleje en las estadísticas de muertes, atracos, secuestros, etc. A la final, puede ser un vulgar sesgo afectivo por Medellín y una paranoia aumentada en Bogotá porque trabajo en el Instituto de Cancerología, en plena 10 con 1, donde, además estudié toooda mi carrera (en San Juan de Dios) , y es, históricamente, una de las esquinas más inseguras de esta ciudad.
hey, Sami, cómo andás, che? qué se cuenta??
bueno, qué decirte si te quejás de la "cara de culo del 90% de los rolos"? te invito a Buenos Aires, para que cuando te devuelvas sientas que todos son más simpáticos-buena onda-amables- que los Flanders! lo mismo que lo crispadamente reaccionario de los taxistas -personalmente, creo que TODOS los taxistas porteños deberían ser mudos, y de hecho tengo una amiga que cuando llama al radiotaxi pide "un chofer que no hable de política"-.
lo de la baranda a podrido de las busetas, eso sí te concedo. pero qué daría yo por ver esas "carreras de cuises" por la 9 de julio!!!
en fin, aportando un poco a la confusión general, como siempre.
besote!
caro
Samuel, me alegro mucho por que sè lo que es sentirse "HARTO" de un sitio. Es paradògico viviendo en Parma me he dado cuenta de lo bonita que puede ser la vida en Bogotà. Aquì el 99.9% de la gente tiene esa cara de...." " a diferencia del 99.7% de los que la tienen en Bogotà. Los taxistas bueno en el mayor de los porcentajes son honestos, y precisos PERO, PERO! en el 99.9989% son antipàticos, no te dirigen la palabra y sabes por qué???, porque solo en contadas excepciones- personas que conozco-, la mayoria porta con sè un tonito y una actitud de "corte imperial" de aquellos que miran por encima del hombro y parece que no entendieran o mejor que no quisieran entender cuando en realidad estàs haciendo todos los esfuerzos para hablar de la mejor manera su idioma. Eres un extranjero, peor un "EXTRACOMUNITARIO", es decir nada.
Pero al igual que tù he disfrutado de tantas cosas aquì, incluso de conocer algunas personas càlidas y abiertas como seguramente las hay también en Bogotà. Respecto al clima prefiero "la cachaca" estos cambios extremos no son para mi no! y ademàs me falta la lluvia.
Un dìa yo también regresarè a casa y.... sabes pasarè por Medellìn me gustò mucho aquella vez que estuve
alli.
Uno es de donde se siente, Feliz regreso a casa.
CARO y MARTHA: Mis queridas corresponsales en Buenos Aires y Milán. Lo único que sé es que en su próxima visita a Colombia las espero en Medellín.
Un grande abrazo.
SAMUEL: QUE ESA PEQUEÑA MUJER QUE PRONTO CONOCERÁ SEA EL MOTIVO SUBLIME PARA HALLAR SEGUNDO A SEGUNDO LA BELLEZA EN LO COTIDIANO. EN MEDELLÍN, EN BOGOTÁ, O EN DONDE SEA, PORQUE LA BELLEZA ESTA EN LOS OJOS DEL QUE MIRA. QUE DIOS LOS COLME DE BENDICIONES. CHRISTIAN.
Estimado Samuel: Comparto contigo la historia de estadías y vivencias en Medellín y Bogotá. Y te comprendo, ya que soy tu antítesis: Prefiero a Bogotá porque Medellín me parece más agresiva y con menos posibilidades de fundirse con entornos globales, menos abierta (que hace a Bogotá que no sea de nadie y todos tengan fascies rectal). Igual me pasa que a vos: Puedo estar manifestando un sesgo romántico por este altiplano sufrido y sublime.
De resto, es la misma vaina: TM en horas pico es igualito al metro en horas pico (en Bogotá no toca vivir lo que es un metro cuando hay clásico en el Atanasio...).
Sin embargo aprendí a querer, a amar a Medellín y tengo nostalgia de volver a caminar bajo una lluvia tibia y de hacer casting con tablitas de calificación en el Tesoro...
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